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LOS PADRES ROSMINIANOS Y LOS ADSCRITOS

Tras seiscientos años de vida benedictina, la Sacra queda casi abandonada durante ¡más de dos siglos! En el 1836 el rey Carlo Alberto de Savoia, deseando hacer resurgir el monumento que más había ensalzado la Iglesia piamontesa y su casta, pensó establecer allí una congregación religiosa.

Ofrece la tarea a Antonio Rosmini, joven fundador del Instituto de la Caridad, que la acepta, ya que la encuentra acorde al espíritu de su congregación. El Papa Gregorio XVI, con el edicto de agosto 1836, nombra los Rosminianos administradores de la Sacra y de las restantes rentas de la abadía. En el mismo momento, el rey les cede la custodia de veinticuatro cuerpos de personajes reales de la casa Savoia, que son trasladados desde la catedral de Turín, y ahora reposan en la basílica en sarcófagos de piedra. La elección de esta antigua abadía resalta la espiritualidad de Antonio Rosmini que, en las escrituras ascéticas, recuerda constantemente a sus religiosos la prioridad de la vida contemplativa, como fuente y alimento que da sentido y sabor a cualquier actividad externa: en la vida activa un consagrado entra en la congregación sólo después de haber recibido la llamada de la Providencia y todas las labores, en cualquier lugar o momento son buenas para él si son perfeccionadas en la caridad de Dios. Los padres Rosminianos permanecen en la Sacra incluso después de la ley de expropiación de los bienes eclesiásticos del 1867, que despojaba a la comunidad religiosa de las pocas posesiones necesarias para un digno sostén y el elemental mantenimiento del edificio. Los padres permanecen hasta ahora en la abadía, mientras los muros de la misma generan un insólito fervor de iniciativas, favorecido por la visita del Santo Padre Juan Pablo II (14/7/1991), promovido también por la presencia de colaboradores y muchos voluntarios, sostenida por entidades públicas y privadas, sobre todo por la Región, después de que la ley especial del 21/12/1994 reconociese “La Sacra monumento simbólico del Piamonte”. Junto a los Padres Rosminianos colabora desde hace algún tiempo un grupo de Adscritos Rosminianos. Son también miembros efectivos del Instituto de la Caridad, la congregación religiosa fundada por Antonio Rosmini en el monte Calvario de Domodossola en el 1828. A pesar de no haber hecho los votos de pobreza, castidad y obediencia, solicitan unirse a la Congregación espiritualmente, participando en la comunión de los bienes espirituales. La adscricción reúne de este modo cristianos, sacerdotes, clérigos y laicos que, viviendo en el mundo, desean llegar a la perfección cristiana en comunión espiritual con el Instituto de la Caridad. Rosmini, en el libro de las Constituciones, presenta la adscricción como una hermandad que se establece entre los miembros consagrados y los adscritos para ayudarse mutuamente en la propia santificación y en el ejercicio de obras de caridad. La meta es la misma: la obtención de la perfección cristiana mediante la caridad evangélica vivida en toda su extensión. El grupo de adscritos de la Sacra se reúne el tercer sábado de cada mes para profundizar en la espiritualidad rosminiana y celebrar la eucaristía.

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