Nada más entrar nos encontramos ante el Sepulcro de los Monjes de la Sacra di San Michele. Un antiguo templo pequeño, más bien considerado una capilla de cementerio, que muy probablemente era una reproducción del Santo Sepulcro, una especie de anticipación dedicada a los peregrinos del Sepulcro de Jerusalén. Su construcción, claramente de huella cristiana, se remonta al siglo X y está dedicada a San Esteban. En 1621 seguía intacta, pero en 1661 empezó a derrumbarse, hasta quedar siendo bien pronto una ruina.
Seguono le foresterie, in due appositi edifici. La Foresteria Grande fu costruita verso la fine del sec. XI, quando la fama dell’ospitalità dei monaci era già tale da richiedere un vero e proprio ospizio staccato dal monastero. Durante il periodo medievale la Foresteria Grande era quindi la zona dell’hospitale destinata ai pellegrini e agli ospiti. La Foresteria attuale è in gran parte una ricostruzione avvenuta tra la fine dell’ottocento e l’inizio del novecento, durante la quale venne posta una merlatura a coronamento dell’edificio. L’errore fu però notevole in quanto stilisticamente tale merlatura è ghibellina (a coda di rondine), mentre l’abbazia essendo legata al papato avrebbe dovuto avere una merlatura guelfa (a parallelepipedo semplice). La Foresteria Piccola è sorta probabilmente come luogo di servizio, la cui destinazione d’uso è di difficile individuazione.
El cuerpo de la fachada de la abadía (41 metros de altitud) se interrumpe por la combinación de los colores y geometrías de las líneas rectas del basamento gris hierro con las curvas plenas verdosas de la iglesia, coronada por el ábside central y por la galería arqueada (Logia de los Viretti), uno de los mejores ejemplos de logias absidales románicas. Los monjes de San Benedicto emprendieron la ciclópica labor de construcción del basamento en la primera mitad del siglo XII, para seguidamente erigir encima la gran iglesia de cinco ábsides. Los monjes de San Benito emprendieron el gigantesco trabajo de construcción del basamento en la primera mitad del siglo XII, para erigir encima la gran iglesia de cinco ábsides. Tras los primeros peldaños, dejamos a la izquierda un pilar de más de 18 metros que sostiene el pavimento de la iglesa situada encima. A la derecha surge un saliente de roca que se pierde en el muro de enfrente. En el nicho central y hasta 1936 se guardaban algunos esqueletos de monjes; de ahí toma su nombre la Escalinata. Hubo un tiempo en el que este “atrio” fue harto utilizado como sepultura de hombres ilustres, abades y beneméritos del monasterio.
Al llegar a la parte superior de la Escalinata de los Muertos se cruza el Portal del Zodíaco (1128-30), obra románica esculpida por el Maestro Nicolao, famoso arquitecto y escultor de Piacenza. El Portal toma su nombre porque las jambas de la fachada orientada hacia la escalinata llevan los doce signos del zodíaco esculpidos en su lado derecho, mientras que en el izquierdo aparecen las constelaciones australes y boreales, también esculpidas. De considerable realización son también los capiteles históricos y simbólicos, así como las bases de las columnas. Una vez cruzado el Portal del Zodíaco nos encontramos con la última rampa para subir a la iglesia. Se trata de una solemne escalera de piedra verde situada bajo el juego de cuatro imponentes contrafuertes y arbotantes proyectados por el arquitecto Alfredo D’Andrade y terminados en 1937. A finales del siglo XIX, esta zona estaba completamente ocupadas por otras construcciones, por lo cual el Portal del Zodíaco no daba acceso a una terraza abierta, sino a ambientes cubiertos por los que se transitaba para llegar a la iglesia. El arquitecto D'Andrade intervino demoliendo tales ambientes y proyectando la escalinata y los arbotantes, arreglando de este modo la inestabilidad estructural de la pared sur de la iglesia. Un amplio rellano permite obervar el artístico portal románico en piedra gris y verde que conduce a la iglesia. Fue construído por los arquitectos de Ugone en los primeros años del 1000. Incluso ahora comunica una gran impresión de acogida, seguridad y calma, gracias a su elegancia, y a su entrada abocinada. Los diferentes arcos del portal están sostenidos por columnas con capiteles floreales. Encima del portal existe un canalón que termina en su parte derecha con la cabeza de un monje encapuchado, y en su parte izquierda (que falta en la actualidad) con la cabeza de un joven. Las columnas con arcos trilobulados claramente góticos y añadidos posteriormente, son restos del pórtico que protegía el portal. Las puertas de nogal, realizadas en el año 1826, muestran las armas de San Miguel Arcángel y el diablo en forma de serpiente con rostro humano. Arriba a la izquierda del portal hay encajonada una lápida funeraria romana de Surio Clemente que se remonta al siglo I d.C., lo que testimonia la presencia en este monte de una estación romana.
El Santuario románico-gótico que actualmente acoge al visitante en la cumbre del monte Pirchiriano fue realizado y modificado a lo largo de varios siglos. En él se observan tres tipos de estilos arquitectónicos: románico en su parte absidal, orientada hacia el punto exacto en el que surge el sol el Día de San Miguel (29 de septiembre), en la primera arquería y sus correspondientes ventanas y columnas; románico de transición en las dos sucesivas arquerías con pilares fasciculados y arcos ojivales, y gótico de la escuela de Piacenza en la decoración del ventanal del ábside central y en las dos ventanas de las naves menores. El inicio de las obras de construcción de la iglesia es difícil de datar, aunque se supone que empezaron por encargo del abad Stefano (1148 y 1170). En su proyecto original, la iglesia debía llevar en su parte superior bóvedas de crucería análogas a las actuales. Estas bóvedas se derrumbaron y en el siglo XVII fueron sustituidas en la nave central por una pesada bóveda de cañón que ejercía un considerable empuje en los muros laterales, amenazando la estabilidad de los mismos y creando peligro de vuelco. Para afrontar esta amenaza, durante las reestructuraciones de finales del siglo XIX, se demolió la bóveda de cañón y se sustituyó con una triple bóveda de crucería terminada en 1937. En el interior de la iglesia hay imponentes columnas, numerosas columnitas, pilastras, … todo coronado con sugestivos y simbólicos capiteles: se cuentan 139. Es de particular interés el primer pilar a la izquierda de la nave central, bajo el cual sobresale 15 centímtros la cima del monte Pirchiriano, “cúlmen vertiginosamente santo”, como lo definió el poeta-rosminiano Clemente Rebora. Los tres ábsides se distinguen por el color rojo de los ladrillos que los revisten. En el ábside central se abren a los lados dos amplios nichos, cada uno con su ventana románica; por encima de los nichos hay una cruz griega excavada profundamente en la pared. El Primitivo Santuario de San Miguel está compuesto por 3 capillas absidales a las que se accede desde la nave central, pasando por el pilar situado a la derecha y bajando 12 antiquísimos escalones cuyas condiciones de desgaste hacen pensar en los miles de peregrinos que por ellos han ido pasando desde la Edad Media. Los estudiosos concuerdan en situar aquí la primera Sacra y el momento histórico de su culto a San Miguel. La capilla más amplia y con pared de fondo de viva roca es una ampliación de las otras dos, y actualmente está dedicada a San Giovanni Vincenzo. Nos encontramos en el lugar más sagrado de la Abadía.
La parte nord-ovest del monte, per una lunghezza di circa 50 metri, è occupata da imponenti ammassi di pietre, pilastri, muraglioni, archi e barbacani: sono le cosiddette Rovine del Monastero Nuovo, edificato tra il XII e il XIV secolo in corrispondenza del momento di massima espansione della comunità monastica. Il grandioso edificio a 5 piani, a cui fu aggiunta, verso nord, una nuova costruzione terminante con la Torre della Bell’Alda, una torre a strapiombo sul precipizio del monte al termine del muraglione perimetrale delle Rovine, cadde in rovina a causa di sismi, guerre e abbandono. Questa zona delle “Rovine” è stata oggetto di interventi di restauro, conservazione e accessibilità negli anni 1999-2002. Tra le rovine del Monastero Nuovo è visibile una “Casetta” costruita alla fine del 1800, utilizzata dal Genio Militare come stazione per il telegrafo ottico. Questo sistema, sfruttando l’alfabeto morse con l’emissione di lampi di luce, permetteva la trasmissione dei messaggi e la comunicazione tra Torino e i forti militari della Triplice Alleanza.